Hoy os traigo esta noticia de uno de los mejores alergologos del pais, me ha gustado mucho su post, asique lo he adjuntado integro.
Espero que os guste y os sirva de ayuda
Dr. Manuel de las Heras Gozalo
Médico especialista en Alergología. Servicio de Alergología de la Fundación Jiménez Díaz, Madrid
Se entiende como alergia a animales la
aparición de síntomas alérgicos como consecuencia del contacto con
animales o por la inhalación de pequeñas partículas procedentes de
éstos. Estas sustancias, llamadas alérgenos, al penetrar en el organismo
de un sujeto alérgico ocasionan una reacción de hipersensibilidad del
sistema inmunitario a través de la producción de anticuerpos IgE, que,
al reaccionar con ellas, desencadenan la liberación de histamina y de
otras sustancias químicas, y producen una inflamación en la mucosa
nasal, ocular o bronquial, que derivará en los síntomas típicos de la
reacción alérgica.
Cualquier animal de pelo o plumas puede
ocasionar alergia en personas predispuestas genéticamente. Se han
descrito hasta 366 especies de animales capaces de producir enfermedades
alérgicas en los seres humanos. Los gatos y los perros son la causa más
frecuente, debido a que son las mascotas más comunes, pero se ha
descrito alergia a otros muchos animales, como caballos, conejos,
cobayas, hámsteres, ratas, ratones, jerbos, chinchillas, hurones,
ardillas, aves domésticas, iguanas y otros reptiles, etc.
La probabilidad de hacerse alérgico va a
depender del animal al que una persona está expuesta. Los investigadores
que trabajan con animales de laboratorio tienen mayor riesgo de hacerse
alérgicos a los roedores con los que investigan. Los veterinarios y las
personas que trabajan en granjas pueden desarrollar alergia a vacas,
cerdos, caballos, ovejas y otros animales de este medio. Incluso hay
algunos casos de alergia a ciervos entre cazadores; a grandes felinos y
animales salvajes en trabajadores de zoológicos y circos; alergia a
zorros y visones en la industria peletera, etc.
Los alérgenos de los animales están
contenidos en las secreciones de sus glándulas sebáceas y salivares, y
en sus excretas, de manera que la alergia se produce como consecuencia
de la inhalación o el contacto con la caspa, el pelo, la orina, la
saliva o el suero de aquéllos.
Contrariamente a lo que se piensa, el pelo
no es el principal causante de la alergia a los animales, sino las
partículas de caspa, que contienen los alérgenos formados en las
secreciones de las glándulas sebáceas y salivares. En los animales,
igual que en las personas, la piel, al ir renovándose, se va
desprendiendo poco a poco en forma de escamas microscópicas. Las
secreciones que contienen los alérgenos quedan adheridas al pelo y a la
capa córnea de la piel. Al descamarse se originan pequeñas partículas
capaces de permanecer flotando en el aire durante largos períodos de
tiempo y, cuando son inhaladas, ocasionan síntomas alérgicos en nariz,
ojos y vías respiratorias. Estas partículas caen lentamente y se
depositan en el suelo o en el mobiliario; pero, ante pequeños
movimientos, vuelven a suspenderse en el aire. Por este motivo, los
pacientes alérgicos a animales notan síntomas nada más entrar en casas o
lugares donde los hay, aunque no estén presentes en ese momento. El
pelo también puede causar alergia, pero con menos frecuencia ya que se
deposita en el suelo y no permanece en el ambiente.
Algunos de los animales que pueden causar alergia: perro, gato, jerbo, caballo y hámster ruso. |
La orina es la principal fuente de alérgenos
en roedores. Cuando se seca, queda adherida a las pequeñas partículas de
polvo o del lecho de las jaulas, que se mantienen flotando y se
distribuyen por el aire a zonas alejadas de la vivienda o de las
instalaciones de animales donde se encuentran los roedores.
A pesar de que la alergia a animales es una
enfermedad muy frecuente, se han identificado y caracterizado sólo
algunos de los alérgenos responsables (véanse tablas 1 y 2). Muchos de
ellos pertenecen a una familia de proteínas llamadas lipocalinas, que en
los animales tienen una función de feromonas, y cuya producción está
regulada por las hormonas sexuales, de manera que en los machos, y en
las épocas de celo de las hembras, se origina una mayor cantidad de
alérgenos; y así es que la castración reduce su producción. Otro grupo
de alérgenos pertenece a la familia de las albúminas, cuya estructura es
muy parecida entre animales de distinta especie o taxón.
Los animales más estudiados son el perro y el gato. Se conocen hasta la fecha siete alérgenos de gatos; el Fel d 1 (procede de Felis domesticus)
es el alérgeno más importante, frente al cual reaccionan el 80-90% de
las personas alérgicas a gatos. En el perro se han identificado cinco
alérgenos; entre el 70 y el 90% de las personas alérgicas a perros está
sensibilizado a Can f 1 y Can f 2 (proceden de Canis familiaris).
Recientemente se ha descrito un alérgeno de perro presente en la caspa y
la orina, nombrado como Can f 5, que guarda similitud con una proteína
humana, el antígeno específico prostático. Se ha especulado con que la
sensibilización previa a este alérgeno del perro podría dar lugar a
reacciones alérgicas al líquido seminal durante las relaciones sexuales.
Los animales con pelo son la causa más
frecuente de alergia, pero también se ha descrito alergia a las plumas
de las aves y a las escamas de reptiles.
La alergia a las aves es poco común, a pesar
de que hasta un 12% de los hogares españoles tiene pájaros. Hay casos
aislados de rinitis y asma por las plumas de aves, o por el uso de
edredones y almohadas de plumas. En algunos de ellos se ha comprobado
que esta alergia se debía a los ácaros que parasitan las plumas. Algunos
autores han sugerido la posibilidad de que los alérgenos implicados se
encuentren en la saliva o en la secreción de la glándula uropigial de
las aves, la cual sería recogida por el pico y extendida sobre las
plumas para impermeabilizarlas.
Por otro lado, existen numerosos casos descritos de otra enfermedad respiratoria, distinta al asma, llamada neumonitis por hipersensibilidad,
ocasionada por las plumas y los excrementos de las aves. Afecta sobre
todo a criadores de palomas, y se manifiesta por tos seca, dificultad
para respirar, escalofríos, fiebre y malestar general, que aparecen
entre 4 y 6 horas después de haber estado en contacto con las aves.
Hay otra enfermedad alérgica, llamada síndrome ave-huevo,
que combina una alergia alimentaria a la yema de huevo con rinitis y
asma por la exposición a las plumas de las aves. Se debe a la
sensibilización a una proteína sanguínea, la albúmina (Gal d 4) que está
presente en la yema (alfa-livetina), la carne y las plumas, y es muy
similar entre las diferentes aves. El paciente inicialmente experimenta
síntomas respiratorios a causa de las plumas de las aves, y
posteriormente desarrolla una reacción alérgica al comer yema de huevo,
pero no la clara; al revés de lo que sucede habitualmente en la alergia
al huevo. En los niños puede ocurrir el proceso inverso, en primer lugar
aparece la alergia a la yema de huevo y luego los síntomas
respiratorios por las plumas.
Tabla 1. Alérgenos de animales: gato, perro, caballo y vaca
|
|||
Alérgeno
|
Frecuencia de reactividad (%)
|
Masa molecular (kDa)
|
Función
|
Gato (Felix domesticus)
|
|||
Fel d 1
|
>80%
|
38 kDa
|
Desconocida. Homóloga a uteroglobina de conejo
|
Fel d 2
|
15-22%
|
69 kDa
|
Albúmina sérica
|
Fel d 3
|
60-90%
|
11 kDa
|
Cisteín proteasa
|
Fel d 4
|
60%
|
22 kDa
|
Lipocalina
|
Fel d 5
|
40%
|
400 kDa
|
Inmunoglobulina A
|
Perro (Canis familiaris)
|
|||
Can f 1
|
>70%
|
25 kDa
|
Lipocalina
|
Can f 2
|
70%
|
27 kDa
|
Lipocalina
|
Can f 3
|
25%
|
66 kDa
|
Albúmina sérica
|
Can f 4
|
70%
|
28 kDa
|
Calicreína prostática
|
Can f 5
|
|||
Caballo (Equus caballus)
|
|||
Equ c 1
|
100%
|
22 kDa
|
Lipocalina
|
Equ c 2
|
100%
|
16 kDa
|
Lipocalina
|
Equ c 3
|
Desconocida
|
67 kDa
|
Albúmina sérica
|
Equ c 4
|
Desconocida
|
17 kDa
|
Desconocida
|
Equ c 5
|
Desconocida
|
20 kDa
|
Desconocida
|
Vaca (Bos domesticus)
|
|||
Bos d 1
|
Desconocida
|
Desconocida
|
Desconocida
|
Bos d 2
|
97%
|
18 kDa
|
Lipocalina
|
Bos d 3
|
Desconocida
|
11 kDa
|
Proteína fijadora de calcio
|
Bos d 6
|
29%
|
67 kDa
|
Albúmina sérica
|
Tabla 2. Alérgenos de animales: ratón, rata, cobaya y conejo
|
||||
Animales
|
Alérgeno
|
PM (kD)
|
Fuente
|
Función biológica
|
Ratón
(Mus musculus)
|
Mus m 1
|
19
|
Orina, pelo, epitelio
|
Lipocalina
|
Mus m 2
|
16
|
Pelo, epitelio
|
Desconocida
|
|
Albúmina
|
60
|
Suero
|
Proteína sérica
|
|
Rata
(Rattus norvegicus)
|
Rat n 1A/Rat n
|
16-21
|
Orina, pelo, epitelio
|
Lipocalina
|
1B (α2m-globulina)
|
Saliva
|
|||
Albúmina
|
68
|
Suero
|
Proteína sérica
|
|
Cobaya
(Cavia porcellus)
|
Cav p 1
|
20
|
Orina, pelo, epitelio
|
Lipocalina
|
Cav p 2
|
17
|
Orina, pelo, epitelio
|
Lipocalina
|
|
Conejo
(Oryctolagus cuniculus)
|
Ory c 1
|
17
|
Pelo, epitelio, saliva
|
Lipocalina
|
Ory c 2
|
21
|
Pelo, epitelio, orina
|
Lipocalina
|
Hay casos raros de alergia a ranas y reptiles,
como iguanas y lagartos. Aunque éstos no poseen glándulas de secreción
externa, las escamas que desprenden pueden inducir reacciones alérgicas.
En esta situación, ya que no existen pruebas comercializadas, se
requiere disponer de la muda o de las escamas del animal para realizar
los estudios necesarios.
En alguna ocasión, el animal no es el
causante de los síntomas alérgicos, sino factores asociados al animal o a
su entorno, como la presencia de garrapatas y otros parásitos suyos. La
proliferación excesiva de ácaros que se alimentan de la caspa del
animal o de los hongos que proliferan en ambientes con humedad puede ser
el origen de la alergia del paciente; también el uso de insecticidas y
otros productos químicos para su cuidado, o el propio alimento de los
animales, como el alpiste, la linaza y los cañamones de la comida de los
pájaros, o la larva roja de mosquito (quironómidos) utilizada como
alimento de los peces de acuarios. Todos estos factores deben ser
tenidos en cuenta al estudiar la alergia a animales.
Igual que en otros tipos de alergia,
también se ha observado un incremento en la prevalencia de alergia a
animales, que se ha relacionado con un aumento cada vez mayor de
animales de compañía. Entre el 8 y el 29% de los hogares europeos tienen
gato, y, entre el 6 y el 32% tienen perro. Además, también crece la
variedad de animales presentes en los hogares, algunos de ellos
exóticos, como hámsteres, jerbos, cobayas, chinchillas, hurones,
reptiles y anfibios. Más de 10 millones de mascotas pueden
contabilizarse en los hogares españoles, de los que hasta un 70% duerme
en el interior de las casas, y un 30% lo hace dentro del dormitorio de
su dueño.
Por otro lado, la exposición a los alérgenos
de animales es muy habitual, porque se dispersan muy fácilmente y
aparecen en lugares como colegios, transportes, oficinas y locales
públicos, de manera que pueden sensibilizar a personas predispuestas
aunque éstas no convivan con mascotas.
En España, alrededor del 6% de la población
está sensibilizada a los animales, pero esta cifra es mayor en la
población de personas alérgicas. Según el estudio Alergológica 2005
realizado en 4.500 pacientes que acudieron a consultas de alergología en
diferentes ciudades españolas, un 26% de los asmáticos convivía con
perros, y un 15% con gatos; el 20% de ellos estaba sensibilizado a los
animales, y resultó ser la tercera causa de asma alérgica después de los
pólenes y los ácaros. Un estudio similar realizado en 1992 encontró que
los animales eran el origen del 15% de los casos de asma, por lo que se
ha observado un aumento significativo de este problema en poco más de
una década.
Los casos más frecuentes de alergia a mascotas
corresponden a los gatos, y, en segundo lugar, a los perros. La
incidencia de alergia a otras mascotas no se conoce, debido a que sólo
hay descripciones de hechos aislados o de pequeñas series, si bien el
número de publicaciones científicas ha aumentado notablemente en los
últimos años.
En Estados Unidos se han detectado niveles
elevados de alérgenos de perro, gato y ratón en el 46% de las casas
estudiadas, sobre todo en las casas de los asmáticos. La frecuencia de
sensibilización a alérgenos de ratón en esta población es del 10 al 20%.
No se conocen del todo las causas por las
que la alergia a los animales ha aumentado en las últimas décadas. En
parte se ha relacionado con la forma de vida actual en los países
desarrollados, en la que cada vez se adquieren más mascotas y se
permanece más tiempo dentro de las viviendas; éstas, además, se ventilan
menos y cuentan con moquetas, alfombras y objetos que actúan como
reservorios de estos alérgenos, de manera que la exposición a alérgenos
es mucho mayor y más prolongada en una población con mayor tendencia a
sufrir enfermedades alérgicas.
Hay factores hereditarios que pueden
contribuir a la predisposición a padecer alergia a animales. Si existen
antecedentes alérgicos en la familia, sobre todo en ambos progenitores,
el riesgo de desarrollo de alergia en los niños es elevado; y si uno de
los padres tiene alergia a un animal, el riesgo de que el niño
desarrolle alergia a los animales es más elevado.
Además, las personas que conviven con mascotas
no sólo están expuestas al propio animal, sino a otras muchas
sustancias relacionadas y con capacidad de producir alergia, como los
ácaros, los hongos y otra serie de partículas que pueden contaminar el
ambiente.
La enfermedad alérgica en general produce
un impacto importante en la calidad de vida de los pacientes, que se
puede reducir hasta en un 70-80% respecto a la población general, debido
a alteraciones en el sueño, irritabilidad, falta de concentración,
limitación en el esfuerzo físico, deterioro del rendimiento escolar y
laboral, necesidad de tratamiento, asistencias a consultas médicas o a
servicios de urgencias, etc.
La alergia a animales constituye un gran
problema sanitario que afecta a los propietarios de mascotas y a sus
familiares, pero también a las personas empleadas en el cuidado e
investigación con animales, implicando en este colectivo a más de la
tercera parte, de los cuales hasta un 10% desarrolla asma profesional.
Un 30% de estos trabajadores pierde días de trabajo por esta causa y a
menudo necesita traslado en su puesto laboral. Conlleva implicaciones
económicas importantes debido a la disminución en la productividad y a
los costes sanitarios y por compensación que se derivan de ello.
Hay evidencias consistentes según las
cuales el desarrollo de sensibilización y de síntomas alérgicos está
relacionado con la exposición a alérgenos. La probabilidad de que las
personas alérgicas sufran síntomas asmáticos y de que éstos sean graves
es mayor cuanto más elevada sea la concentración de los alérgenos de
estos animales dentro de las viviendas. En el caso de los gatos, la
probabilidad de tener asma si las personas están sensibilizadas a este
animal es entre 4 y 6 veces mayor que en los no alérgicos. Los asmáticos
mejoran claramente cuando se trasladan a ambientes con baja carga
alergénica, como sanatorios de gran altitud, o, si son alérgicos a un
animal, cuando se desprenden de él, lo cual indica una asociación entre
los síntomas alérgicos y la exposición a los animales.
La caspa es la principal causa de alergia a perros y gatos. Microscopia electrónica de barrido de un pelo de gato. Se pueden observar partículas diminutas de caspa adheridas al pelo. |
Efectivamente, una persona puede llegar a ser alérgica a los animales aunque nunca haya convivido antes con ellos.
Los alérgenos de los animales son muy ubicuos y
se transportan en partículas diminutas, algunas de ellas inferiores a 5
micras, que permanecen suspendidas en el aire durante largos períodos
de tiempo y se dispersan con mucha facilidad en el medio ambiente.
Además, se transportan adheridas a la ropa y al pelo de las personas, de
manera que se acumulan en lugares como escuelas, transportes y
edificios públicos, o incluso en casas donde no hay animales, alcanzando
concentraciones lo suficientemente elevadas como para dar origen al
desarrollo de sensibilización y ocasionar síntomas respiratorios en
personas alérgicas. La concentración de estos alérgenos dependerá de la
cantidad de dueños de mascotas que acudan a estos lugares.
Se han detectado concentraciones de los
alérgenos principales de gato y perro, Fel d 1 y Can f 1, entre 2 y 50
microgramos por gramo de polvo en el suelo y en la tapicería de las
sillas en las escuelas en Suecia, y de 2,5 microgramos por gramo de
polvo en los asientos de los transportes públicos, mientras que en casas
con gatos y perros se detectan niveles superiores a 10 microgramos, que
pueden llegar hasta los 1.000 microgramos. Se ha estimado que
concentraciones entre 1 y 8 microgramos por gramo de polvo y entre 2 y
20 nanogramos por metro cúbico en el aire parecen estar asociados a un
mayor riesgo de sensibilización a perro y gato, y causan síntomas en
personas alérgicas.
Los alérgenos de ratón son muy ubicuos en las
zonas rurales, y en algunas ciudades de Estados Unidos como Baltimore,
se encuentran en el 90% de las viviendas de los niños asmáticos en los
suburbios, y hasta en un 75% de las viviendas de la clase media. Debido a
que son animales de hábitos nocturnos no siempre se ven en las
viviendas, y van dispersando su orina, que contiene los alérgenos, por
amplias zonas de la casa, por las cocinas sobre todo.
La caspa de los animales permanece flotando
en el aire durante períodos de tiempo prolongados antes de depositarse.
Por este motivo, cuando una persona alérgica a animales visita una casa
en la que los hay, aunque no estén presentes en ese momento, puede
inhalar esas partículas y experimentar los síntomas. También puede
ocurrir en lugares abiertos donde ha habido animales, y así sucede a
menudo en personas alérgicas a caballos cuando van a los hipódromos,
circos y ferias, que notan síntomas respiratorios intensos de forma
inmediata, o incluso simplemente cuando se acercan a un familiar que
viene de montar a caballo y en cuya ropa o pelo lleva pegadas las
partículas de caspa de éste.
Si se tiene alergia a
un animal, ¿se puede ser alérgico a otros animales diferentes aunque
nunca se haya estado en contacto con ellos?
En la práctica clínica diaria es frecuente
observar pacientes alérgicos a un animal que padecen alergia a otros
animales de diferente especie, aunque no hayan convivido ni hayan estado
anteriormente expuestos a ellos. Así, en alérgicos a los gatos, a veces
se encuentra sensibilización a perros y viceversa.
Puede ocurrir que el paciente se haya hecho
alérgico a ambos animales como consecuencia de una exposición
inadvertida a los alérgenos presentes en lugares donde se acumulan
éstos, como se ha dicho con anterioridad.
No obstante, la causa más probable es la
existencia de reactividad cruzada entre los alérgenos de animales. La
reactividad cruzada es una reacción entre un anticuerpo y distintos
antígenos que comparten una similitud estructural o una identidad
parcial. Algunos alérgenos de animales contienen porciones o secuencias
comunes dentro de su molécula, llamadas epítopos, que ocasionan la misma
respuesta inmunológica, y donde se unen los anticuerpos IgE, las
células B o las células T, dirigidos específicamente a esos epítopos
comunes.
Las albúminas de perro y gato, reconocidas por
un 20-35% de los pacientes alérgicos a perro y gato, representan el
alérgeno de reacción cruzada entre animales más importante. Las
albúminas de distintas especies son muy similares; se dice que tienen
una identidad de secuencia por encima del 75%. Esto explicaría por qué
un paciente alérgico a gato o perro acusa sensibilización a otros
animales como caballos, vacas, ovejas, ratones y ratas, con los que
nunca estuvo en contacto.
A veces algunos pacientes alérgicos notan
síntomas ante determinadas razas de gato o perro y, sin embargo, toleran
la exposición a otras.
Los estudios realizados no han encontrado
diferencias con respecto a los alérgenos producidos entre distintas
razas de perros, gatos o caballos, y no existen alérgenos específicos de
una raza. Se sabe que algunas razas se distinguen por una mayor
secreción sebácea y desprender más caspa que otras, causando más
síntomas; y algunos animales tienen el pelo más corto. Pero se debe
recordar que la principal causa de alergia a animales es la caspa que
desprenden al renovar su piel, sea mucho o poco el pelo que presenten.
Por razones desconocidas, hay casos
particulares en los que un paciente alérgico parece tolerar la presencia
de un animal en concreto, habitualmente su propia mascota, pero no la
de otros animales de su misma especie y raza. No obstante, no hay un
patrón que se ajuste a todas las personas ni razas de perro.
En las investigaciones realizadas con gatos no
se han encontrado diferencias antigénicas entre las distintas razas. El
alérgeno mayor de gato, Fel d 1, se produce en las glándulas sebáceas,
salivares y anales, y se extiende sobre la caspa y el pelo. La
producción de Fel d 1 no depende del color ni de la longitud del pelo
del gato, de manera que cualquier raza puede ocasionar síntomas en
personas alérgicas a este animal.
Los alérgenos mayores de perro, Can f 1 y Can f
2, se forman en las glándulas sebáceas y salivares. Su producción es
mayor en los machos y en animales viejos que aportan mayor cantidad de
caspa por la sequedad cutánea. Las variaciones entre razas no dependen
de la longitud del pelo sino de la cantidad de seborrea. Igualmente se
han encontrado diferencias entre algunas razas de caballos, pero no se
han identificado alérgenos específicos de razas.
En las consultas de alergia a veces se
encuentran pacientes con una reacción positiva a los animales en las
pruebas cutáneas o en la determinación de anticuerpos IgE en sangre, y
que sin embargo no recuerdan haber presentado síntomas alérgicos a esos
animales. Sensibilización quiere decir que una persona ha desarrollado
una respuesta inmunológica de hipersensibilidad, aunque no se acompañe
de síntomas alérgicos. Se piensa, por ejemplo, que un 10-15% de la
población general tiene sensibilidad al gato. En cualquier caso, en
estos pacientes ya sensibilizados, el riesgo de desarrollar enfermedad
alérgica es muy elevado y deben evitar adquirir o tener contacto con los
animales.
Las personas alérgicas a animales, cuando
respiran las partículas del animal, pueden notar los mismos síntomas que
con otros alérgenos ambientales, es decir, rinitis, conjuntivitis y
asma, que se manifiestan como picor de nariz u ojos, estornudos,
congestión de nariz, mucosidad líquida, lagrimeo, tos, sensación de
falta de aire y ruidos respiratorios como silbidos. Además, el contacto
con el pelo, la caspa y la saliva ocasiona picor, habones (urticaria) o
hinchazón en la zona de contacto de la piel o en los párpados. Si se
tiene alergia a la saliva se pueden experimentar síntomas cuando alguien
es lamido por el animal o si se toca al animal después de que se haya
estado lamiendo. Se han descrito algunas reacciones alérgicas graves de
anafilaxia como consecuencia de mordeduras de hámsteres, ratas, jerbos y
otros roedores, o a través de heridas o pinchazos con jeringas y
lancetas contaminadas con productos del animal. En estos casos, el
alérgeno contenido en la saliva puede penetrar en el torrente
circulatorio y desencadenar una reacción alérgica generalizada que pueda
amenazar la vida del paciente.
En personas alérgicas a un animal con el que
conviven, el contacto diario va causando una inflamación progresiva de
las vías respiratorias que ocasiona síntomas, que pueden aparecer y
desaparecer de forma intermitente sin estar relacionados claramente con
el animal. Además, esta inflamación hace que los bronquios sean más
sensibles y reaccionen frente a otros estímulos, como el ejercicio, el
aire frío, el polvo, el humo y la contaminación, que no causarían
síntomas si los bronquios no estuvieran previamente inflamados debido a
la alergia a los animales.
Cuando una persona con síntomas alérgicos
tiene animales en su casa o está expuesto a ellos siempre debe
sospecharse como causa de la enfermedad. La alergia a los perros y los
gatos es tan frecuente que debe incluirse en el estudio de una persona
que padece rinoconjuntivitis o asma; del mismo modo que cualquier otro
animal al que se esté expuesto en el trabajo, o si se está en contacto
con personas que convivan con animales.
La sospecha de alergia a animales es evidente
cuando la persona nota los síntomas a los pocos minutos de tocar el
animal o permanecer en la casa donde se encuentre, y ve que desaparecen
fuera de estos lugares. La alergia resulta más difícil de sospechar
cuando los síntomas ocurren horas después de estar en contacto con el
animal; cuando los síntomas son continuos y persisten sin estar el
animal, o cuando la exposición a los animales no es tan aparente, como
en el caso de los ratones que no se ven y esparcen la orina por amplias
zonas de la vivienda.
Muchas veces el paciente alérgico no cae en la
cuenta de que una pequeña mascota como un hámster, alojado en una jaula
y en una zona apartada de la vivienda, sea capaz de ocasionarle esos
síntomas, que a veces son tan intensos que pueden requerir visitas a
urgencias por crisis asmáticas. Por otro lado, los síntomas alérgicos
pueden aparecer mucho tiempo después de convivir con el animal, de
manera que las personas difícilmente aceptan que sea el responsable de
los síntomas.
En personas con síntomas de alergia y asma, en
los que no se identifica ninguna causa, siempre se ha de valorar una
posible alergia a animales, sobre todo si tienen algún contacto con
ellos, y aunque aparentemente éstos no sean la causa de esta
sintomatología.
Igual que en el estudio de otro tipo de
alergias, se dispone de una serie de métodos diagnósticos que incluyen
la realización de pruebas cutáneas y la determinación de anticuerpos IgE
en el suero de los pacientes frente a los alérgenos de los animales
sospechosos de provocar alergia.
Hoy en día se dispone de extractos comerciales
diagnósticos de epitelios y orina de la mayoría de animales para la
realización de pruebas cutáneas. Para los animales de los que no hay
disponibles extractos, se debería recoger una muestra del pelo, la caspa
y la orina del propio animal con objeto de realizarlos. Deberían
incluirse en el estudio otros alérgenos como hongos, ácaros, así como el
alimento del animal y los materiales que forman el lecho de las jaulas
de los roedores, reptiles y aves.
Con respecto a los análisis de sangre hay
varios métodos; el más utilizado es el sistema ImmunoCAP® de Pharmacia,
que incluye determinaciones de IgE específica frente a caspa, epitelios,
orina y proteínas séricas de animales. Además, hoy se dispone de
métodos diagnósticos a nivel molecular, como los estudios de microarrays
de ImmunoCAP ISAC® de Pharmacia que determina la IgE específica frente a
un amplio panel de más de cien alérgenos naturales o recombinantes,
incluidos los alérgenos mayores de perro, gato y ratón.
En algunos casos el resultado de las pruebas
cutáneas y de los análisis sólo indica que el paciente está
sensibilizado, es decir, que posee anticuerpos IgE frente a los
animales, pero no queda claro que esa sensibilización sea la causante de
los síntomas. En estos casos de difícil sospecha, o cuando se trata de
una alergia no conocida a un animal, puede recurrirse a pruebas
diagnósticas de provocación nasal, conjuntival y bronquial con los
extractos, que se realizan en centros especializados en medio
hospitalario, y que confirman o descartan la alergia al animal (véase
figura 1).
El tratamiento idóneo en un paciente alérgico a un animal es retirarlo de la vivienda y evitar su contacto.
Retirar el animal parece sencillo, pero a
menudo no lo es tanto, debido a los lazos afectivos que se establecen
entre el animal y su dueño, sobre todo en el caso de los gatos, o la
imposibilidad de encontrar un nuevo hogar o lugar donde dejarlo.
Prescindir completamente del contacto con animales es aún más difícil
debido a la exposición indirecta a ellos, al visitar casas o lugares
donde los hay, o, simplemente, tener contacto con personas que conviven
con ellos. En el caso de veterinarios, trabajadores de granjas,
animalarios o investigadores, la evitación es prácticamente imposible.
Mientras se retira el animal, igual que en el
resto de alergias, se debe utilizar un tratamiento farmacológico diario
para reducir la inflamación de las vías respiratorias, fundamentalmente
corticoesteroides inhalados y en forma de aerosoles nasales; y un
tratamiento de rescate cuando aparezcan los síntomas, que incluye
antihistamínicos orales, nasales o en colirios, y broncodilatadores
inhalados.
La recomendación sería retirarlo de su
domicilio y no acudir a casas o lugares donde los haya. Además, se debe
practicar una limpieza exhaustiva de la vivienda, de los muebles
tapizados, alfombras y otros reservorios, debido a que los alérgenos de
la caspa pueden permanecer en la vivienda en concentraciones elevadas
incluso hasta seis meses después de retirar el animal, especialmente en
el caso del gato.
Los familiares y amigos que tienen animales
deben conocer la alergia del paciente y abstenerse de llevar el animal a
su casa. Debería evitarse, en la medida de lo posible, la exposición
indirecta a los animales, y no ir a lugares donde pudiera haberlos. En
el caso de los colegios, se debería prohibir la presencia de animales en
las clases. Sería recomendable que los alumnos que conviven con
mascotas llevaran ropa que no haya estado en contacto con éstas. Si las
personas que conviven con el paciente trabajan con animales o han estado
en contacto con ellos, como por ejemplo, montando a caballo, deberían
cambiarse la ropa y ducharse antes de volver a casa.
Puesto que parece inevitable tener contacto
indirecto con partículas de los animales en colegios o edificios
públicos, cabe preguntarse si es útil retirar el animal de la casa.
La respuesta sigue siendo afirmativa, puesto
que cuanto mayor sea el nivel de exposición, mayor será la gravedad de
los síntomas. Los contactos indirectos son de menor intensidad que la
que se tiene con el animal dentro de la vivienda, donde los niveles de
alérgenos son mucho mayores. Además, la exposición mantenida causará
inflamación en las vías respiratorias, lo que acabará ocasionando
síntomas persistentes, de mayor o menor intensidad.
Si el paciente decide no retirar la
mascota, se le pueden aconsejar una serie de medidas encaminadas a
disminuir la cantidad de alérgenos producidos por el animal y su
concentración en el medio ambiente:
- Debe evitar tocar al animal y procurar lavarse las manos después de hacerlo.
- Prohibir que entre en el dormitorio y menos que duerma allí.
- Las camas y cojines para los animales deberían limpiarse regularmente y estar ubicados en una zona apartada.
- Conviene ventilar la vivienda a menudo, y pueden utilizarse sistemas de purificación de aire que contengan filtros de alta eficiencia HEPA.
- Realizar una limpieza minuciosa de la vivienda con aspiradores con filtros HEPA sobre todo en colchones, almohadas, muebles tapizados y cortinas, donde se depositan más los alérgenos de animales.
- A los perros y gatos se les debe bañar al menos una vez por semana para reducir la cantidad de alérgeno acumulado en la caspa, aunque esto sólo logra una leve reducción en los niveles ambientales de alérgenos.
- Lavar la ropa que haya estado en contacto con los animales.
- Frotar regularmente a la mascota, de 2 a 4 veces por semana, con una toalla húmeda.
- Existen en el mercado algunas lociones no tóxicas que, aplicadas una vez a la semana sobre el pelo del animal lo humedecen, y evitan que se desprenda tanta caspa, ya que encapsulan los alérgenos de la caspa y disminuyen su concentración al 15-20% aproximadamente. Antes de la primera aplicación, es conveniente cepillar o peinar meticulosamente al animal, para que se desprenda la mayor cantidad posible de pelos sueltos. Después, se humedece un paño con la loción tópica y se fricciona con cuidado la piel del animal. La aplicación se debe efectuar siguiendo la dirección del pelo, y luego en sentido opuesto.
En cualquier caso, no se ha demostrado que
todas estas medidas en conjunto sean eficaces del todo y no sustituyen
la conveniencia de retirar el animal de la vivienda.
El tratamiento con vacunas o inmunoterapia
con alérgenos de animales se recomienda en personas alérgicas en las que
la exposición a animales es inevitable, como les sucede a los
veterinarios y las personas que trabajan con ellos. También debe
considerarse su empleo en personas que voluntariamente deciden no
retirar el animal de la vivienda y en pacientes muy sensibilizados cuyos
síntomas persisten a pesar de retirar el animal, debido a contactos
indirectos inevitables con otros animales.
Hay ensayos controlados con placebo y en doble
ciego con extractos de perro y gato por vía subcutánea que demuestran
ser un tratamiento seguro y eficaz.
En la actualidad hay disponibles vacunas
frente a gato, perro y caballo. Para animales de laboratorio (ratones,
ratas y conejos) se han comunicado estudios no controlados con
inmunoterapia que han demostrado cierta mejoría, aunque no se ha
establecido si detienen la progresión de síntomas y el deterioro en la
función pulmonar en las personas que trabajan con ellos. La
inmunoterapia con péptidos inmunogénicos de los alérgenos de animales
supone un futuro prometedor en el tratamiento de estos pacientes.
Algunas razas de gatos consideradas como hipoalergénicas: Sphynx, Devon rex, Allerca GD y Ashera GD. |
Se ha especulado con la existencia de razas
de gatos y de perros hipoalergénicos sin pelo, o de pelo corto, o que
desprenden menos pelo, aunque no hay evidencia científica que lo
demuestre. Al caerse menos pelo, los alérgenos adheridos al pelo
pasarían al medio ambiente en menor cantidad. Pero, como se ha
mencionado antes, los alérgenos de perro y gato están en la saliva y la
secreción sebácea, y es la caspa, y no el pelo, la que contiene la mayor
cantidad de alérgenos. Por ello, aunque haya razas de perros o gatos
sin pelo, los seguirá produciendo. Es posible que una menor superficie
corporal, más que la raza, conlleve una menor producción de alérgenos.
Además, las gatas y los machos castrados producen un nivel más bajo.
Entre las razas de gatos con menor capacidad
alergénica se han mencionado la Sphynx o esfinge, la Devon rex, Cornish
rex, Siberian y Russian blue; y entre las razas de perro se han descrito
la Bedlington terrier, Yorkshire terrier, French poodle, Schnauzer y la
Xoloitzcuintleentre otras. Se especula con que la raza de caballos
Bashkir Curly no contiene los alérgenos principales del caballo en su
pelo, y que pacientes alérgicos a este tipo de animal pueden
acariciarlos sin presentar la sintomatología, pero estos estudios nunca
han sido publicados oficialmente.
La compañía biotecnológica Allerca® de Estados
Unidos anunció en 2006 la comercialización de razas de gatos y perros
hipoalergénicos sin modificación genética, empleando cruces de animales
con variaciones génicas que daban lugar a la producción de proteínas Fel
d 1 y Can f 1 menos alergénicas y en menor cantidad. De esta manera, se
han conseguido dos razas de gatos, el Allerca GD y el Ashera GD, con un
pelo similar al leopardo; y una de perros, el Jabari DG. El precio de
los gatos es de unos 6.000 dólares, y el del perro alrededor de 9.000
dólares. Otra compañía, Felix Pets, ha anunciado la comercialización de
gatos que, mediante técnicas genéticas, no producen Fel d 1.
En cualquier caso, no hay estudios
contrastados que demuestren su beneficio en alérgicos, y es preciso
además ser conscientes de que la mayoría de las personas alérgicas a
perros y gatos están sensibilizadas a una amplia variedad de proteínas,
no solamente a los alérgenos Fel d 1 o Can f 1.
En principio no es recomendable, ya que se
ha demostrado que el paciente que ha desarrollado alergia a un animal
cuenta con una mayor facilidad de hacerse alérgico a otro animal piloso,
aunque no siempre suceda esto. Si, por ejemplo, una persona alérgica a
los gatos adquiere un perro, al cabo de un tiempo puede sensibilizarse
al perro y experimentar síntomas alérgicos, y será muy difícil
deshacerse del animal después de un período de tiempo de convivencia.
¿Es recomendable que un paciente alérgico al polen o a otros alérgenos ambientales adquiera una mascota?
En principio tampoco es aconsejable, ya que
un paciente con atopia presenta mayor predisposición a sensibilizarse y
desarrollar enfermedad alérgica si está expuesto a otras partículas en
el medio ambiente, como los alérgenos de animales.
En trabajadores de animalarios, los individuos
atópicos desarrollan 3,35 veces más alergia a los roedores que los que
no lo son, de manera que la atopia constituye un factor de riesgo.
Aunque el paciente atópico no esté sensibilizado al adquirir una
mascota, persiste el riesgo de que se haga alérgico con el paso del
tiempo debido a la convivencia, por lo que hay que valorar la
repercusión que ocasionaría tener que deshacerse del animal si esto
ocurriese. Otro problema añadido es la mayor exposición en las casas
donde hay mascotas a otros alérgenos como los ácaros o los hongos, que
serían allí más abundantes.
Se sabe que cuanto mayor es la exposición a
un alérgeno inhalado mayor es el riesgo de sensibilizarse a él y
desarrollar síntomas alérgicos.
Sin embargo, en el caso de alergia a los
animales, se ha descubierto que la exposición continuada a niveles
elevados de alérgenos puede inducir una forma de tolerancia, de manera
que la persona alérgica se encuentra cada vez con menos síntomas. En los
alérgicos a los gatos se ha descrito que cuando hay varios gatos y la
concentración de Fel d 1 es alta, superior a los 44 microgramos por
gramo de polvo, pueden llegar a tolerar la presencia de sus animales.
Sin embargo, si cesa la exposición, como por ejemplo al realizar un
viaje, y están algún tiempo sin tener contacto con los animales, cuando
regresan y vuelven a tener contacto con ellos pueden presentar síntomas
rinoconjuntivales muy intensos y crisis de asma.
Si tener animales desde los primeros días
de vida protege o es un factor de riesgo de padecer enfermedades
alérgicas en el futuro, sigue siendo motivo de discusión y controversia.
Se han llevado a cabo muchos estudios que
analizan la exposición a animales en niños, tanto recién nacidos como de
diferentes edades, y la incidencia posterior de alergia a los animales y
a otros alérgenos inhalados. Algunas investigaciones coinciden en que
tener animales desde edades muy tempranas se asocia con menos alergia a
estos y a otros alérgenos, sobre todo si conviven con un perro o con
varios animales, como perro y gato. No obstante, otros estudios no
encuentran este efecto protector, o incluso lo contrario, una asociación
entre tener animales y una mayor incidencia de alergia y asma.
Posiblemente, estas discrepancias sean debidas a diferencias en el
diseño de los estudios o a la existencia de factores de confusión, como
diferentes patrones expositivos o manifestaciones individuales de la
enfermedad; o el llamado sesgo de evitación selectiva,
según el cual las familias con antecedentes alérgicos evitarían
adquirir mascotas por miedo a desarrollar o agravar la enfermedad
alérgica.
Sí se ha demostrado que los niños criados en
granjas con animales, donde se detecta una elevada concentración de
endotoxinas bacterianas, parecen tener menos enfermedades alérgicas que
los criados en ciudad. La exposición a edad temprana a estas sustancias
bacterianas pudiera modificar la respuesta inmune en los niños, de
manera que tendrían una menor incidencia de enfermedades alérgicas, como
se postuló hace años en la hipótesis de la higiene.
Este posible efecto protector probablemente
sea consecuencia de una compleja interacción de muchos factores, que
incluirían el tipo de mascota, el nivel y modo de exposición y los
factores genéticos. Algunos autores han demostrado interacciones entre
genes y medio ambiente, y han hallado una tolerancia a la exposición a
los gatos asociada a polimorfismos genéticos. Estos estudios sugieren
que una exposición precoz a las mascotas puede modificar la respuesta
inmune, y estos cambios pueden ser modulados por los genes.
En cualquier caso, la falta de conocimiento
sobre la influencia de tener mascotas en los primeros meses de vida y el
desarrollo posterior de alergia hace que actualmente no se puedan
establecer recomendaciones adecuadas en la práctica diaria sobre la
conveniencia o no de tener animales en los domicilios urbanos, con la
finalidad de obtener protección frente a la alergia.
Fuentes: http://www.alergiafbbva.es
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